La primera semana fue relámpago. Llegamos para ocuparnos con diligencias y algunos paseos. El regreso ha sido como entre ser turista y no serlo. Lo mejor es que Diego se ajustó más que bien. Nos recuerda cada día que “Diego, contento”. La verdad es que yo también estoy muy contenta.
El huracán/tormenta Gonzalo amenazó con darnos una bienvenida tropical. Encerrados acá arriba en Cayey, ver la neblina y los árboles alterados por el viento es tremendo show. Por suerte estamos bien guardaditos y protegidos en casa. La tormenta nunca llegó, pero gozamos las caminatas.