Categories
Uncategorized

Instantáneas Pasajeras: La espera I

Alfredo toma el tren cinco días a la semana para ir al trabajo. Es sesentón, casado, sin hijos, ni amigos, ni familia extendida. Tiene a  su esposa Fernanda y un perro que no tiene nombre (Fernanda secretamente le dice Pipo).

Vive  en Adrogué y trabaja para una compañía de seguros. Hace 20 años que hace lo mismo y no lo cambiaría por nada. No tiene auto porque son muy caros y trabajosos. Conoce muy bien las estadísticas sobre accidentes automovilísticos y las trampas de las aseguradoras. En resumen: las aseguradoras siempre ganan y los asegurados siempre pierden. De eso se encargó él por muchos años. Ahora se dedica a los seguros de vida y deceso.

Categories
Uncategorized

Instantáneas pasajeras: La partida

Rasguñada por el frío, Mariela estaba detenida en el andén y a la espera del aviso desgarrador del tren.

Ese día se iría por última vez de su casa. Tantas veces lo había hecho por diligencias, compras, estudios o diversión. Pero esta vez sabía a dónde ir. Había alquilado un apartamento en pleno centro, a más de una hora de su casa, o más bien de su antigua casa.

Categories
Uncategorized

an introduction

“I’m so far gone,” I said. There was nothing between us, but the steam of my coffee mug. We were relaxing on the sofa, and he was reading his book, as usual. He paused and looked at me. “What do you mean?” he asked. I thought about it. I shouldn’t have said anything. Now I must explain myself. But what for? What is the point of a long conversation about my feelings? He will listen. I know that. It’s not about feeling unappreciated, ignored. It’s the opposite. I revealed myself. I said far too much. He would disagree, because I say so little about myself. Well, not about my life and daily occurrences. Just not enough about the simmering and incapacitating thoughts that inundate my days and keep me up at night.

He knows and waits. I flicked my finger over the mug. I could feel his gaze. He waited for something. Just a sentence or a few words. I took a long pause and sighed. “I don’t know. It’s nothing, really. I’m just tired and distracted.” That gaze again. I heard a low assent.

I took a deep breath, fighting the urge to sulk, open a diary and jot away my thoughts, as if I could disintegrate their meaning. If I could only will myself into transformation and life change. If I could only command myself as I used to in those youth poems about finding my true self and letting it bask in the sun, unconcerned and unapologetic saying “this is me.”

“I should write again,” I said. “It was something I used to enjoy and need. I don’t think I was too bad at it.”  At this point he stopped reading and put the book on his lap, listening attentively. But I paused. That was too much of an audience.  “You should write, then,” he said, really meaning: do go on. But it was decided. I refused to be another cliché and go write in a journal. Instead, I’ve prepared this introduction. Maybe an introduction to a story, a vignette, a novel, a thriller, an essay, a fantasy, or a poem. Who knows! But it seems as if I need to earn my right to write again. Never mind the question about language. To write in English or Spanish? In which language am I more comfortable writing? I will have to figure that one out as I go. For now, I just have to dive in. Dive, dive, dive, and then float, open my eyes and see where I find myself. In what shore or vast ocean.

What you don’t know about me is that I always go through this. I’ve come to realize it’s like a routine, a sort of courtship. I can’t just go on the computer and type up a story of any kind. I usually start from within. Or, if lucky, I start with a good story I’ve heard, a snapshot of a conversation, an observation or an anecdote: an introduction.

You see, sometimes stories keep me up at night. Not my own. But the ones that I’ve loaned from others. I pick up where they left and make up a sequel, a continuance, or a separate story line altogether. It’s like an exercise to keep me away from those incapacitating and insomnia-inducing thoughts. It’s an excellent sleeping pill. But sometimes, those stories I keep mulling over keep me up. Worse yet, they keep me from my own stories.

And so here it is. An introduction… sort of.

Categories
Uncategorized

Sin historias para contar. Aunque…

En estos últimos cuatro meses no hice más que escribir la tesis. Ya está defendida y solo falta hacerle unas últimas revisiones de estilo y formato. La vida desaparece un poco cuando lo único que ocupa la mente es terminar un proyecto de grado.

Y ahora, ¿qué? A buscar trabajo. Cuando empecé la maestría tenía una idea muy clara de lo que quería hacer. Pensé que en lo que terminaba la maestría tendría una idea fija de qué me gustaría hacer por los próximos cinco años. ¡Tremendo plan! Y bien, sigo decidiendo. Opté por trabajar un año antes de hacer el doctorado, por razones económicas y porque en cierta medida no estoy segura de lo que quiero hacer. Tengo ideas, o más bien sospechas de proyectos, cosas que me gustaría tratar antes de ingresar a la academia.

Aquí es donde empieza el dilema. ¿Cómo me presento al mundo laboral? Voy a obviar los detalles. Lo que sí puedo compartir es que nunca imaginé terminar dividida en tantas partes. Tengo como cuatro clones de mi resumé, cada cuál diseñado específicamente para un área laboral. Esos cuatro no incluyen cada resumé que he preparado para posiciones vacantes. Todo se trata de costumizing y saber mercadearse.

La ironía es que uno trabaja arduamente para hacerse una carrera profesional fija, directa y coherente, pero a la hora de buscar trabajo necesitas romper esa carrera en dimensiones paralelas. Cuando entras a la universidad todas las recomendaciones e instrucciones son para fijarte metas profesionales espefícias en carreras claras: medicina, periodismo, leyes, sociología, comunicación, literatura, etc. Pero las oferta de trabajo no siempre responden a categorías discretas. He revisado y reescrito demasiado mi resumé. Siempre lo leo y pregunto: ¿Qué puedo sobresaltar esta vez? Todo por conectar mis destrezas con lo que buscan los empleadores.

Confieso que ha sido un poco divertido imaginarme en trabajos impensados. Siempre he trabajado en el sector público. Ahora miro relaciones públicas y mercadeo como opciones y pienso cómo sería trabajar en ambietes donde el bottom line es hacer dinero. Ganaría más dinero y, como dice mi padre, hacer dinero no es malo.

Pero siempre vuelvo al sector público y a las organizaciones sin fines de lucro porque es lo que conozco. Siento que me daría satisfacción personal. Aun así, me río al pensar en todas esas causas sociales ajenas a mí. Por más que una causa sea justa o válida no quiere decir que me sea familiar. Yo le he prestado más atención a los temas ambientales que a la salud, y más al desarrollo comunitario que a la educación. Por ejemplo, estoy considerando una posición en una asociación de contables públicos a pesar de la fobia que le tengo a los números y las cuentas. ¿Cómo será trabajar para una asociación de contadores públicos? En blanco. Me falla la imaginación. El trabajo es noprofit, pero completamente ajeno a mí.

En fin, que esto de buscar trabajo se ha convertido en un arroz con pollo de aspiraciones, compromisos cívicos, planes en espera, deseos y necesidades.

Categories
Uncategorized

Duditativa

Lamento no tener comentarios para hacer.