Sobre las nubes también hay monumentos y catedrales, acantilados y cascadas, valles y desiertos. Hay glaciares que se desprenden y espuma de hielo.
¿La tierra será la profundidad del cielo? Su corteza como la fina capa entre el oxígeno y la cavidad volcánica. ¿O será también un mar desolado habitado por elementos de luz, tocando sol y navegado por escafandras de acero y otros seres alados?
Tal vez el cielo es un velo entre el fin y la eternidad. Una infinidad que habita cada rastro de su apresurada y constante expansión y en cada grano de estrella que nos compone.