Hace muchos años, compartía sobremesa con mis padres y un querido amigo quien es más bien un tío postizo. Él cuestionaba con un grado de preocupación si seremos capaz de estudiar nuestra historia ahora que usamos más y más medios electrónicos que cambian a un paso acelerado. Para investigar el siglo XX, por ejemplo, podemos leer cartas y documentos oficiales. ¿Para estudiar el siglo XXI tendremos que leer emails y tuits? ¿Dónde queda esa información guardada? Y si está guardada, ¿podemos leerla? Hemos pasado del floppy disk de cinco pulgadas al floppy de tres pulgadas y del dispositivo flash (USB flash drive) a la nube (cloud). Hacer investigación histórica requiere entonces tener acceso a toda una variedad de equipo para solo tener acceso a la data.